En el proceso de readaptación debemos intentar conocer las causas que han provocado la lesión que estamos readaptando así como los factores de riesgo que pueden provocar una nueva lesión. Si únicamente nos centramos en la zona dañada, aumentarán las probabilidades de que el deportista vuelva a pasar por un proceso lesivo en un futuro cercano.
En relación a lo que estamos comentando, os presentamos de forma breve el siguiente caso:
Deportista que inicia proceso de readaptación trascurridos tres meses de la intervención quirúrgica por rotura del tendón de Aquiles de la pierna izquierda. Se le realiza evaluación de dicho tendón y musculatura implicada (en la imagen están los datos de ROM). DE FORMA COMPLEMENTARIA, se realiza evaluación de la musculatura del tren inferior observando déficits y desequilibrios en toda la pierna izquierda (valores rojos del cuadrante de la imagen).
No podemos saber si los desequilibrios observados estaban antes de la lesión. Si esto fuera así, puede ser que dichos valores hayan aumentado las probabilidades de haber sufrido la lesión actual.
Pero de lo que sí estamos seguros, es de que si realizamos el proceso de readaptación sin tener en cuenta los déficits y desequilibrios encontrados en el tren inferior, podremos conseguir que el tendón se recupere perfectamente PERO en el momento en que el deportista vuelva a su actividad deportiva, es muy probable que dichos valores provoquen cambios, como por ejemplo un patrón de movimiento disfuncional o un exceso de carga en el tendón de Aquiles por debilidad de la musculatura de la pierna izquierda. Y EN CONSECUENCIA, aumentarán las probabilidades de reicidiva o de sufrir una nueva lesión.
En conclusión, el proceso de readaptación debe ir más allá de la localización de la lesión sufrida. Tenemos que realizar una evaluación global para intentar conocer las causas que la han provocado y analizar los factores de riesgo.